Los jóvenes y la política: de la desesperanza social a la catarsis digital

Por Javier Morales

 

Los jóvenes son actualmente un grupo muy amplio en la sociedad mexicana, según datos del INEGI, 24.9% de la población pertenece a este sector, es decir, 29.9 millones; los cuales aproximadamente, más del 24% se encuentran desempleados o sin oportunidades de estudio. Mientras que en cuestiones de política los datos no son más alentadores, según la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012, aproximadamente, el 90% de los jóvenes dice estar poco o nada interesado en la política; y en donde casi el 50% de los jóvenes dice no confiar en instituciones políticas, como son los partidos políticos o instituciones públicas.

Entonces, ¿qué está pasando con los jóvenes en México? ¿En realidad es cierto que los jóvenes son apáticos y desinteresados en las cuestiones públicas y de índole política? ¿O solamente son argumentos superficiales que buscan dar una explicación a un problema que no se ha querido analizar de fondo?

Los jóvenes no están desinteresados en la política, lo que pasa es que  los métodos tradicionales y las viejas estructuras no se adecuan al contexto actual; las posturas filosóficas e ideológicas como izquierda y derecha han fracasado, los jóvenes viven en una ambivalencia entre la creencia en el estado y la valorización de su individualidad y autonomía. Eso es lo que hace que los jóvenes  parezcan desinteresados y apáticos en temas de política, los conceptos basados en la Modernidad, como la Democracia, Libertad, Igualdad y Justicia no son lo que se había prometido; es por ello que los jóvenes en este escape de la realidad buscan espacios para hacerlos suyos, espacios que no se les puede arrebatar y en donde puedan ser tomados en cuenta, en donde no los callen de manera autoritaria, puedan reflejar una mayor individualidad y libertad de expresión. Es justamente estos elementos, los cuales las redes sociales han aprovechado. Y en donde los jóvenes se empiezan a identificar cada vez más con estos medios, los hacen parte de su actuar cotidiano, olvidando aquellos viejos instrumentos de comunicación heredados por sus ajusticiadores.

Los jóvenes han cambiado el interés por las calles al interés por las redes, han institucionalizado sus demandas; cada vez los jóvenes se interesan menos en exigir  por medio de actos no convencionales, que consideran poco ayudarán en su demanda social, las redes han sido un escaparate de la exigencia a esa efervescencia e indignación que se tiene frente actos de corrupción, violencia, nepotismo y falta de sensibilidad e interés de nuestros representantes hacia los ciudadanos. Las redes sociales se han convertido en este nuevo ágora, como lo llama  Cesar Cansino, es nuestra nueva plaza pública, en donde se juega la política y en donde los políticos se vuelven parte de esta realidad, criticados públicamente, a diferencia de los medios tradicionales manipulables.

Es cierto que las redes sociales han permitido alzar la voz en donde otros medios se han dedicado a callarla, pero también es cierto que estas nuevas formas de comunicación proporcionan  información rápida y por eso, a veces, poco analizada y confiable. Los jóvenes están cada vez más informados, pero a su vez, más distanciados; la cohesión social es menor y eso impide que las demandas sociales crezcan, estén sectorizadas. Nos hemos vuelto dependientes a estos mecanismos de comunicación; gritamos, exigimos, convocamos en puntos virtuales que muy pocas veces se materializan, y cuando lo hacen, es como una pequeña ola democratizadora que no va más allá, se exige y se demanda, pero poco se actúa en la vida cotidiana. Los jóvenes y el resto de los sectores vulnerables no son parte de sí, sus demandas no son mis demandas y por ello me alejo, no me interesa sino afecta mi campo de la realidad.

Se debe aprovechar el acceso a la información para demandar y exigir a nuestras autoridades lo que por derecho nos corresponde, lo que alguna vez se defendió  como democracia; pasar de un discurso utópico a una realidad tangible, de un discurso burgués a un discurso en defensa de las clases sociales y de los sectores más vulnerables.

Los jóvenes deben de confiar cada vez más en su sector social, sin perder identidad sobre los demás sectores, se debe recuperar la vida material así como se ganó la instancia virtual, las demandas se deben hacer desde una postura crítica y propositiva, olvidando los discursos de odio; debemos sensibilizar y concretar. Los jóvenes debemos demostrar que no sólo somos un número que define votos o abstenciones, debemos ser seres pensantes, conscientes de una realidad que va más allá del egoísmo y el narcisismo, del consumo y el individualismo. Sino es así, estaremos luchando, criticando frente al espejo. Llevándonos a una catarsis existencial de que estamos haciendo bien las cosas, de que hemos cumplido.


Imagen: http://movin.laoms.org/2015/10/22/movimientos-sociales-protesta-y-tecnologias-de-la-informacion/. Carlos Domínguez Virgen.

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